Ese es un dicho puertorriqueño que hemos escuchado desde niño. Delata cuando una persona hace un mal negocio por una mala decisión. Esaú fue un hombre de campo (Gén.25:27), y su historia es una pesadilla. Fue rechazado por Dios por vender su primogenitura. Decir Esaú es lo mismo que decir Edom. La acción de Esaú le privó de ser conocido como "Esaú Israel". Por un simple acto Esaú escribio una mancha negra en su vida que permanece para siempre. Ahora, lo que me llama mucho la atención al estudiar la vida de Esaú es lo que dice la Biblia en Hebreos 12:16, que lee: "no sea que haya algun fornicario o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura". La palabra "profano" en este versículo no es lo que comunmente los latinos entienden que es. En el caso de Esaú no era que este tenía deleite en ser profano. Era más bien la conducta de Esaú de estar pendiente solo en las cosas de la tierra. En otras palabras, Esaú vivió para obtener cosas de la tierra, y nada más. Su acto de desprecio de la primogenitura es prueba de eso. Actuó como una persona que desprecia algo especial que Dios le dio la oportunidad de tener. Ahora bien, ¿por qué el arrepentimiento de Esaú no encontró aprobación divina? Sencillo, su arrepentimiento no incluyó a Dios en ningún momento, sino que le oró a Isaac: "Bendiceme también a mí, padre mío" (Gén.27:34). De hecho, en ningún sitio en Génesis Esaú menciona a Dios. Pero ese no fue su error mayor, sino que Esaú se lamentó por su pérdida material, no por el pecado que había cometido. Peor aún este pidió restitución, no perdón. Nosotros hoy bajo la gracia conocemos que podemos obtener el perdón de todos nuestros pecados, pues "por gracia somos salvo por la fe, no por obras para que el hombre se gloríe". Hoy es un buen día para aceptar la gracia de Dios, que es Jesús. Visita una iglesia donde la Biblia sea la única regla de fe. Y escuchanos por: www.aguiladereformacion.com.
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