Thursday, February 17, 2011

Visión del lago de fuego que Dios dio a una hermana....

"Yo ví al Señor sentado en un trono blanco. Una larga fila se reunió delante de Él. Yo estaba a un lado observando todo esto. Yo estaba perpleja por el hecho que esa gente no tenían rostros. Donde debían estar sus rostros estaba en blanco. Cada vez que una persona venía ante el Señor, este habría un libro y leía todas las cosas que esta persona había hecho en su vida. Todo estaba escrito y el Señor leía todo el libro de principio a fin. Toda persona en esta línea en particular fue juzgada y condenada al lago de fuego. Cada vez que el Señor le decía a la persona que estaba condenada, la persona empezaba a gritar y llorar y le rogaba al Señor por una segunda oportunidad. El Señor tenía lagrimas rodando por sus mejillas, pero este hacía temblar su cabeza, diciéndole a cada persona que habían tenido suficientes oportunidades para arrepentirse y vivir para Él. Esto siguió por mucho tiempo. Finalmente el Señor me miró a mí, preguntándome: ¿por qué no estás haciendo algo? Yo estaba confusa. Le pregunté: ¿Qué tú me pedirías que haga? Orar, el Señor contestó. Así que empecé a orar, pero realmente no tan fervientemente. Después de un corto tiempo, el Señor se viró hacia mí con preocupación y dijo: Mira esta gente. De verdad miralos. Cuando lo hice, sus rostros aparecieron. Estos vivieron a ser personas que vagamente conocí. Eran allegados. Yo empecé a orar un poco más ferviente por ellos. Después de un tiempo, el Señor se volvió hacia mi con fuerza, y dijo: Mira esta gente nuevamente. Ahora la gente vino a ser mis amigos. "Tú tienes que orar más fuerte", el Señor me amonestó. Yo empecé a orar un poco más fuerte. Pero aún así, la fila de gente venía hasta el Señor; él les leía la historia de sus vidas desde su libro personal, y luego eran condenados. Otra vez el Señor se volteó hacia mi, esta vez con ira. El seguía llorando por las almas que habían sido condenadas. "Realmente entiendes tú y conprendes lo que está pasando aquí?, me preguntó el Señor. "Mira". Entonces un hoyo se abrió detrás de la larga fila. Esuché gritos y voces y lamentos y quejidos desde el hoyo negro. "Ven y mira", el Señor me ordenó. Yo no lo quería hacer. Yo tenía miedo, pero si como una mano en mi espalda me forzaba ir al borde de este hoyo negro. Cuando llegué al borde, miré hacia abajo. Entonces retrocedí, en terror y horror. Yo podía ver el hoyo negro. Este lucía ser un túnel largo en decenso.  Yo podía ver una visible masa de gente en el fondo. Estaban tan pegados uno del otro que parecía no tener epacio entre todos ellos. Había flamas y llama color roja-china que salía del fondo de hoyo negro.  Olía sulfuro. Yo ví fuego y llamas. Yo sentí un calor intenso del fuego. Yo vi gusanos subiendo sobre todos los cuerpos de la gente en el fondo de este hoyo negro. La gente estaba en llamas, sin embargo no eran consumadas por el fuego. Ellos estaban mirando hacia arriba, a la apertura en el tope del hoyo negro. Sus brazos y manos estaban levantado hacia arriba. Elos se movían desesperadamente como grandes olas. Y ellos estaban gritando. Gritando por libertad, por misericordia. No hubo liberación. Yo me eché hacia atrás del borde del hoyo negro en terror y horror, y desesperado. Me torné nuevamente hacia el Señor sentado en el trono. El seguía leyendo los libros. Ahora observé una ristra  interminable de libros puesta al lado del trono. Y yo sabía que cada una de esas personas en esos libros sería condenada. Yo miré la larga fila de gente reunida ante el Señor para ser juzgados. Ahora observé cada rostro claramente. Ellos eran mis amigos, mi familia, mis familiares. Y estaban siendo condenados. Y pude ver cuando ellos eran lanzados al hoyo negro, y los escuche mientras gritaban cuando caían al túmel largo. El Señor me tomó con ágrimas que bajaban por sus mejillas, diciéndome: "Ahora ora". Yo empecé a llorar y grité a Dios que tuviera misericordia de esa gente. Cuando cada persona era condenada, yo corría hacia el borde del hoyo negro y trataba de halarlo hacia atrás para liberarlo. Yo agarraba sus manos y brazos, y trataba de mantenerlos apegados a mi. Pero se deslizaban de mi agarre. Estaba fuera de mi, tratando de mantener a estas personas que yo amaba y evitar que cayeran al hoyo negro. "Déjalos ir", me dijo el Señor. Yo me extendí lo más que pude y agarré al Señor, entonces busqué abajo con mi otro brazo en el hoyo negro buscando agarrar gente fuera del hoyo negro. "Déjalo ir", el Señor me dijo. "Si yo te suelto, yo iré yo mismo al hoyo". Yo protesté. "Déjalo ir", el Señor dijo nuevamente. Yo lo solté. Era como si manos invicibles me estuvieran aguantando. Yo bajé próximo al borde del hoyo negro, y alcancé hasta dentro de este, tratando de agarrar la gente que caía al hoyo negro. Yo sentí personalmente como si me estuviera quemand con el fuego y con las llamas. Por momentos sentí unas tenazas alcansaban fuera del hoyo negro y me lastimaran. Sentí quemaduras en mis brazos y rasguños aparecían en mis brazos. Yo estaba llorando y clamando al Señor por la liberación de estos, mis seres queridos. Yo estaba rogando a Dios que tuviera misericordia de mis seres queridos y que no los condenara al hoyo negro. "Es más fácil por los perdidos cuando son nuestros propios seres queridos", el Señor me dijo. "Recuerda que todos los perdidos son mis seres queridos. Yo quiero que mis hijos empiecen a orar por esto, mis hijos perdidos, como tú estás orando ahora. Yo levantaré una generación de intercesores que ocupen el vacío de estos mis seres queridos. Estos intercesores sentirán el caliente de la batalla, y serás quemado por este. Las fuerzas del infierno vendrán contra ellos y los atacarán. Pero yo estré con ellos y les mantendré atados a mí". NOTA AL CALCE: Esta visión es totalmente bíblica.... Escuche www.aguiladereformacion.com

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