"Guardáas de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de los mutiladores del cuerpo". En esta Escritura se está hablando de lo que conocemos como "judaizantes", los mutiladores del cuerpo. Son aquellos que se creen tener hegemonía de la verdad, que imponen reglamentos que van en contra de la bondad de Dios. Disfrutan ser reconocidos en los lugares públicos, para ser vistos por los hombres. "Mutiladores del cuerpo" viene de la costumbre que tenían algunos malos obreros que querían cincuncidad a todo el mundo. Hoy hay muchas iglesias que si una dama va vestida con trajes hasta los tobillos, y el rostro sin un poquito de arreglo, la concideran más cristiana que María. Aunque esta sea un demonio fuera del templo. En cuanto a los perros la historia dice que en el primer siglo los perros deambulaban por las calles de la ciudad, sin ser mascotas de nadie. Si no eran mascotas quiere decir que nadie confiaban en ellos: Un día podías jugar con ellos, al otro te mordían. O sea, estos líderes presentados como perros no son útiles para Dios, como no lo fueron en el pasado. Al nadie auspiciarlos estos se iban por las calles a buscar los desperdicios que otros echaban a la basura. Los judíos los consideraban tan sucios que llamaban a los gentiles como tal. Esos males los tenemos en cada una de nuestras comunidades, dando malos ejemplos de la obra de Dios. Como los malos obreros no se identifican con sus comunidades, obtienen sus buenos salarios recibiendo desperdicios. Eso es lo que quiere decir Filipenses 3:2. Voy a ti siempre, siempre, siempre.
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